Y hemos llegado al mes de mi aniversario de vida. Y para eso he invitado a cuatro aliados especialísimos para que compartan un poco de mi área, pero desde su luminosidad. Ricardod Márquez es… es, este… Bueno, él mismo se define después. Solo sé que nos hablará desde su maestría de la imagen en la comunicación.
Disfruten tanto como yo, de mi regalo. ¡Gracias querido!
La comunicación es un asunto que entre humanos se nos da muy bien, y digo humanos, por que el acto de comunicar no se trata de algo netamente exclusivo de nuestra especie. Todo ser vivo tiene la potencialidad de dar y recibir mensajes, pareciera incluso, que fuera la base fundamental de la propia vida. Desde una flor que con sus colores llama a una mariposa, un ave que canta a sus pares, delfines que se ecolocalizan o este simple acto de escribir con el fin de que puedas leerme mientras te comparto una idea. En este caso, somos los humanos los ganadores indiscutibles en formas y métodos para comunicarnos. Aunque hay que recordar que no ha sido un camino fácil de recorrer.
La comunicación como fenómeno, ha llegado a un alto nivel de complejidad en nuestros días. Todo un tema de estudio que nos permite entender que es un proceso con varios actores: Emisores, mensajes, códigos, canales y un receptor son lo principales a mencionar y del cual vamos a poner algo de énfasis en el código para tratar de comprender cuál es el lugar de la imagen dentro de todo este proceso y quizás, comenzar a valorar su verdadera importancia más allá de lo que parece ser evidente. “Una imagen dice más de mil palabras” solemos decir muy menudo pero nadie nos explica cómo esto ha sucedido o mejor aun, que tan cierto sea.
Una historia contada con números y letras
Cuando nos comunicamos buscamos contar cómo nos sentimos, contar lo que pensamos, contar como es lo que nos rodea. Precisamente contar, porque en un principio los número y las palabras eran parte de un misma cosa. Un código creado para poder expresarnos entre iguales. De manera que volvamos a la raíz, desempolvemos ese viejo libro de matemáticas y aclaremos este asunto de una vez por todas.
En principio la forma más básica de comunicación es con un código de significados enteros: Papá, mamá, rojo, frío, helado. Son las formas enteras con la cual todos aprendemos a expresarnos al igual que con los números enteros que aprendemos primero a decir uno, dos, tres y así por el estilo. Una manera básica pero efectiva para indicar y comunicar de forma inmediata un concepto. Esto es algo que aún podemos encontrar en idiomas primitivos donde cada palabra tiene un solo significado y uso específico. En fin, una forma muy sencilla de comunicación.
Con el paso del tiempo, las necesidades de comunicarnos requirieron ser refinadas y especializadas, ya no solo bastaba con indicar algo, ahora era imperativo poder describir, señalar e indicar cualidades y atributos.
Así por ejemplo hablar del frío también se puede comunicar diciendo “una intensa frescura helada a baja temperatura” lo sé, quizás demasiado rebuscado el ejemplo. Pero lo importante acá, es comprender que aprendimos a tomar esas formas enteras y descomponerlas al igual que a los número enteros que puedes dividirlos y fraccionarlos.
Esas benditas fracciones que lo matemáticos les encanta llamar los número racionales y que como método de expresión nos permiten enriquecer nuestro mensaje aportando esa racionalidad que hasta nuestros días, ha llegado a niveles de refinamiento y precisión con la cual podemos describir y hablar de casi cualquier tema.
Este refinamiento del código que usamos para comunicarnos se pone en manifiesto y encuentra su apogeo en el lenguaje hablado y escrito, donde a través de los años ha quedado plasmado en textos y lo podemos encontrar desde los antiguos papiros hasta nuestros modernos correos electrónicos como una forma conveniente y eficaz para comunicarnos.
Sin embargo, nuestros amigos los matemáticos que nos han ayudado a desarrollar y entender estos códigos que usamos para comunicarnos, desde la invención del los números enteros como las palabras hasta la racionalidad de nuestro lenguaje moderno, también descubrieron, que existen casos donde los números, ya sea en su forma entera o racional no logran ser capaces de ser expresados de forma escrita.
Por el ejemplo, uno de estos casos, por citar alguno, es cuando intentaron establecer la relación entre la longitud de un círculo con su diámetro, el cual, cuando trataron de escribirlo se encontraron con una nueva forma que resultaba imposible de plasmar. En este caso, este nuevo número, que hoy en día es conocido como el famoso número pi (ℼ) solo podía ser comprendido a través del uso de la imagen, del estudio a través de figuras geométricas, por lo cual, le dieron el nombre a este (y muchos otros más) de números imaginarios dado que su comprensión sólo es posible a través del uso de las imágenes.
Es de este modo que la imagen encuentra su lugar dentro de la comunicación. Cuando hablar con formas enteras no es suficiente y el lenguaje racional de las palabras no logra conseguir transmitir un idea, aparece la imagen como un código que permite comunicar desde la irracionalidad, desde lo inconmensurable, desde lo que pareciera no poder expresarse.
Un código que se transmite justo desde la imaginación del emisor hacia la imaginación del receptor, con una riqueza interpretativa que multiplica su alcance y potencia. De allí que pareciera que una imagen pudiera decir más de mil palabras cuando tal vez la realidad sea que harían falta más de mil palabras para poder decir lo que expresa una sola imagen.
Si extrapolamos esto a nuestras días, entendemos por qué resulta tan importante esa imagen de perfil que habla de nosotros mejor que cualquier descripción, el por qué en estos tiempos que nos exigen tanta inmediatez la imagen es ese recurso que por excelencia es empleado para transmitir casi de manera instantánea una idea y como el lenguaje visual cada día requiere de nosotros un mayor y mejor manejo.
Y dado que por muchos años aprendimos solo a comunicarnos con palabras, tal vez sea tiempo de aprender a comunicarnos con imágenes y aprovechar todas la potencialidades que este recurso nos ofrece, del mismo modo que hasta hace poco leer y escribir era una habilidad suficiente para comunicarnos puede que estemos en los tiempos donde poder crear, comprender y leer imágenes resulte algo necesario para agregar a nuestro repertorio de habilidades y conocimientos, sin duda alguna, esto nos otorgará una clara y evidente ventaja al momento de expresarnos.
Por cierto, mis disculpas por no haberme presentado antes. Pero cuando se trata de temas que me apasionan suelo dejarme llevar. En un lenguaje sencillo y entero pudiera decir que soy un fotógrafo, algo más racional me llevaría a comentarles que soy un hacedor de imágenes cuyo método predilecto para comunicarse es la fotografía pero si quieren entender de qué va todo esto de forma mucho más fácil los invito a ver mi galería en las redes sociales o mi sitio web y disfrutar de un paseo a través de la imaginación. Después de todo, puede que no resulte tan descabellado entender cómo fue que un fotógrafo se coló en el blog de un bombillo que no para de alumbrar. Hasta la próxima oportunidad.
Pd luminosa: Esa gran foto de la cabecera es de él, por supuesto. Espero que tengan todo muy claro… Y si no, pues siéntanse en la libertad de preguntárselo. Él es el especialista y yo siempre me rodeo de los que saben.