Este post primogénito de mi nuevo formato web, está inspirado en el primer sentido que se me despertaba todas las mañanas en mi casa: el de olor a café.
Sin embargo, debo advertirte que para nada soy una experta en el área. De hecho en mi familia soy de las que tomo té casi todas las mañanas y preferentemente.
Pero gracias a que me animé a hacer un recorrido con Arquitour Chacao, quiénes están empeñados en que aprendamos nuestros símbolos arquitectónicos y culturales, mi visión cambió.
Y fue para bien. Independientemente de que esté entre nuestras preferencias cotidianas o no, todos los venezolanos debemos saber de café.
En mi caso, un día especial de la semana me permito amanecer con ese olor a café que te describí. Y justo los jueves (y si visitas mi instagram lo verás más claramente), procuro esmerarme en hacer un café con leche muy bueno.
O bien, ir a un lugar donde lo pueda tener óptimamente servido, bastante espumoso o sencillamente un expreso con mucha presencia.
Con mucho gusto te describo, muy brevemente, algunas de las curiosidades que aprendí ese día. De una vez te invito a que hagas el recorrido con este grupo si estás en Caracas o al menos que investigues a fondo de nuestra historia al respecto.
Contenido del post
Todo comenzó en la Hacienda La Floresta
Y me dirás, ¿Dónde queda eso en Caracas? ¡Yo quiero ir!
Pues te aseguro que le has pasado más de una vez por enfrente sin darte cuenta. Y si has sido sortario en esta vida, has ido hasta a conciertos increíbles o diversas actividades de la movida gastronómica o cultural.
¿Ya adivinaste? Hoy en día funciona allí el Centro de Arte la Estancia, o también conocido por PDVSA La Estancia, debido a que la principal estatal petrolera de Venezuela restauró su principal casa de trabajo para fines de exposiciones culturales y de espectáculos.
En su interior hay muchos secretos inadvertidos por los inocentes visitantes -como yo que he ido miles de veces- . Fue sorpresa para mi saber que fue restaurada para darle el valor histórico de la hacienda que funcionaba a cabalidad a mediados del siglo XIX. En el siglo XX era una casa familiar común, con ese montón de tesoros prácticamente ocultos o enterrados.
Yo particularmente no puedo dejar de pensar en procesos, porque mi formación allí es que me ha llevado. Así que puse especial atención en la breve pero muy interesante explicación de como esa semillita tan curiosa termina estando tostada, luego de pasar un buen trecho de tiempo, cuidado, selección, molienda y… En un empaque vistoso, para que lo compremos, lo hagamos de acuerdo a nuestra habilidad, perfil y preferencias.
Saliendo de la casona, oh sorpresa… Un gran edificio, con una interesante historia.
Y comienza el recorrido… también el olor a café.
A ver, ya en la avenida Francisco de Miranda, feliz de tan bellas atenciones inclusive de los mismos guías de este centro cultural (Que hasta nos dejaron entrar a un vivero secreto donde hay muchos árboles de frutas) nos conseguimos un edificio moderno e imponente.
Torre Cavendes: Aterrizamos en la modernidad
La torre Cavendes, con el perdón de la gente de mundo que ha estado en países de auténticos rascacielos y modernidad, no le gustaría estar alojada en cualquier otro lugar de este globo terráqueo.
Además, según nos informaron nuestros guías, fue hecha de acuerdo a las normas antisísmicas más modernas. Se sabe que en la zona de Los Palos Grandes hay unas grandes placas que cuando la naturaleza se enfurece, pareciera que el mundo se va a acabar.
Con esta, mi nueva visión de las cosas y de la arquitectura caraqueña de la zona me siento aún más orgullosa de los rincones hermosos que tenemos. En un local prácticamente nuevo (en comparación de muchos establecimientos que vimos más adelante) está Páramo Café. Aunque comentamos algunas cosas de su surgimiento, prefiero no decir mayor cosa puesto que es algo que merece el desarrollo de un post completo. ¡Ya iré tras ellos!.
En la primera avenida, Café Amelie y Franca.
Nos dijeron nuestros simpáticos guías que uno de los desafíos de estos urbanismos en sus comienzos, fue que se comunicaran entre si. Imaginemos un momento que estábamos en medio de tierras sembradas, parcelas enormes que bordeaban con el cerro «Avila».
Esto para mi fue la explicación perfecta de que prácticamente cuando estás en la avenida principal solo cada dos o tres manzanas puedes subir a ellas, cosa que con mi desorientación innata es terrible. Si lo haces en la esquina equivocada o andas por allí distraído darás una vuelta muy grande para volver.
Pero bueno, nos plantamos en el edificio Venital, que tiene como casi todos los de la zona locales en planta baja. Se trataba en este caso de Café Amelie, el cual deliré al conocer hace unos cuatro o cinco años ya. La película francesa en el que está inspirado es una de mis favoritas de toda la vida.
El edificio de finales de los años 50′ del siglo pasado, en contraste con el anterior luce sencillo pero bien conservado y aún regio. Aunque no se distingue con nitidez en la imagen tiene un adorno geométrico incrustado. Esto quiere decir que no se hizo posterior a su construcción sino que fue parte de su diseño.
Pensamos era una especie de moda, pues lo observamos en varios no necesariamente de la misma empresa constructora.
Y desde allí llegamos a Café Franca. Vitrina acogedora y gentil en la planta baja del edificio Pinale. Otra de las curiosidades de la gran mayoría de las construcciones que vimos es que fueron proyectos con un italiano detrás. Estos arquitectos firmaban sus obras si sus títulos estaban homologados en la Universidad Central de Venezuela. De lo contrario, eran las compañías constructoras o ingenieros de obra quiénes tomaban el rol, al menos en papel.
Luego de unas cuantas vueltas y locales, llegamos al final. La espesa espuma del café, la guinda del helado o el broche de oro.
Café Arábica y DOC restaurante.
¿Les ha sucedido que como costumbre dices de la boca para fuera «adelante, está en su casa» y realmente no es lo que se siente? Pues la sensación que tuvimos cuando entramos en Café Arábica fue absolutamente contraria. El olor a café aquí si es permanente y hasta te emborracha.
Es un negocio ya emblemático de la zona y al parecer el área en que nos atendieron, que es su proyecto más reciente DOC restaurante es como su parte exclusiva. Solo abren a eventos por reservación. Es un sitio bien acogedor.
Nuestra anfitriona nos dijo que Jean Paul Coupal se considera venezolano y de Tucupita. Por supuesto es graciosísimo pero es lo que siempre contesta cuando su acento marcadamente europeo le causa curiosidad a quien lo conoce.
El establecimiento parece un culto a todo lo bien hecho en Venezuela en materia de alimentos gourmet. Impresiona la decoración e instalaciones, versátiles pues sus paredes son una galería de arte para nuestros artistas.
Denota claramente que detrás de todo eso hay un coleccionista apasionado, de esos turistas que vinieron «por un ratico» y se negaron a volver a sus países.
Tiene una molienda compacta de diferentes granos de café que llegan a su negocio en sacos. Los empleados aprenden a procesar el grano oscuro brillante y aromático. Aprendimos que cada región tiene en realidad su tumbao y un olor a café diferente. El cliente escoge cuál va a probar de acuerdo a sus preferencias y carácter.
Esto ya es el proceso industrial, que tal vez dentro de cincuenta años o más nuestros nietos no se explicarán cómo hacíamos para tan titánico esfuerzo. Tal como es la perspectiva nuestra de imaginar a las pobres mulas dando vuelta a la rueda que procesaban los granos cosechados.
Y aunque sé que quisieras saber mucho más, sencillamente es como te lo dije en un principio: Te animo a que construyas tu propia memoria e identidad con el café. Y cada vez que percibas ese aroma, que sin duda alguna siempre provoca, lo veas impregnado de nuestra cultura e historia. Venezuela tiene olor a café.
Guaooooooooo qué post tan genial, qué recorrido tan maravilloso, qué buen intro. ¡¡Felicidades!! No solo me encantó el post y toda la información que allí dejas sino que quedé enganchada a ese tour. Gracias por compartir esta experiencia tan especial. Y felicidades también por tu nueva imagen.
No esperaba menos de usted, mi querida paisana, que fuera quien rompiera en celofán en estos contenidos. Halagada estoy de que te guste la historia. Pendiente que de La Estancia comí nada más y nada menos que tamarindo chino. Esa también nos recuerda a nuestra tierra. Hay que hacerlo, déjame ver si nos ponemos varias brujas cafeceras y juntas les podremos tocar la puerta a Arquitours. Todos los meses cambian las temáticas… pero ¿Qué? La peor diligencia es la que no se hace y a nosotras no nos dirán que no. Un abrazo grande.
Que gran recorrido Sheila, la ciudad alberga cosas maravillosas que muchas veces omitimos.
Si, absolutamente. Y pienso que los que vivimos aquí nos urge retomar el amor que le tenemos a la muy maltratada Caracas. Porque de esa manera, tal vez, nos pongamos en sus zapatos y tomemos la acción para mejorar lo poco que queda y reconstruir algunas otras cosas.
Y sigo escribiendo de Caracas, indirectamente y sin saberlo. Gracias por pasar por aquí.
Me quedé con tu olor a café. Buen post. Gracias por la información.
¡Hola! Pero eso sí es una tremenda noticia, dado que sé que no es tu bebida predilecta. Gracias por visitar mi espacio digital.Espero te haya gustado
De todos nuestros sentidos, el sentido del olfato es el que está más estrechamente ligado a nuestra memoria. El aroma del café, es nuestro despertador a diario, de nuestra casa materna. Despierta nuestros sentidos. Aunque a muchos no le guste consumirlo, el aroma del café nos llena de felicidad, con recuerdos gratos de nuestra infancia.
Encantada de leerte.
Inspirada en seguir tus pasos.
Espero compartir pronto una buena taza de café.
Gracias, por entretenido relato.
Claro Mary, encantadísima. Ya te agendo para mis #JuevesDeCafé y nos vemos pronto. Es muy lindo lo que describes y es así. Gracias por pasar por aquí y bendiciones en tu nuevo proyecto.
Me provocaron varias cosas leyendo tu post.
1. Volver a Caracas.
2. Hacer el recorrido.
3. Correr por una taza de café
Gracias por tu primogénito.
¡Enhorabuena!
¡Ay! Creo que significa que te gustó. Bueno, en ese caso:
1. Bienvenida cuando guste
2. Varios me han dicho, así que les voy a preguntar a ellos si las brujas digitales podemos.
3. Con gusto nos las tomamos juntas en mi #JuevesDeCafé
De nada… Gracias a ti, por leer y comentar
Mi Sheila que emoción leerte al fin en tu primogénita! Fruto de tu creación y dedicación de muchos meses, dándole la importancia que se merece no podías darle menos con un post que bien conoces como es la gastronomía del café en Caracas, la verdad que me enganché como buena amante del café, para vivir un buen o mal momento siempre me acompaña un buen negrito…
Me gustó la idea de meterme en ese grupo de «brujas digitales cafeteras tours»…
Felicidades! que sea el inicio de mucho más éxitos para ti.
Gracias mi Sandra.Bueno, eso es tocando puertas y organizando. Gracias por pasar por aquí y me llenan mucho tus comentarios. Espero darte fuerza y ánimo porque por supuesto que si se puede. Te quiero mucho
¡Delicioso post con aroma de café y sentido nacionalista! ¡Bravo!
Muchas gracias mi bella María Conchita. Pues si… Todas las respuestas de ustedes han sido como mi favorito: El guayoyito con papelón.Un abrazo grande y pendiente con las cosas buenas que se vienen. Saludos
Me entretuvo mucho con tu primogénito. De verdad que Caracas tiene sus cosas que la hacen única e inolvidable. Felicidades y sigue escribiendo
¡Mi querido! Que de tiempo. Muchas gracias por pasar por acá por mi casa digital. Si, seguiré escribiendo las sheila-aventuras.
Un abrazo